Pues ya pasó el día de la mujer, y atrás quedan análisis de la situación actual, comparaciones con otras épocas, otros países y otras culturas.
De las conclusiones a las que hemos llegado un grupo de amigos/as y yo, me gustaría destacar algunas:
- Coincidimos todas en que los hombres (amigos, compañeros de club, conocidos, novios, parejas, etc) nos han ayudado a empezar en nuestro aprendizaje. No se sabe exactamente si con fines sentimentales, por pena, por cariño o por auténtica amistad desinteresada,
Por tanto, lo cierto es, y todas coincidimos en que tenemos que agradecerles que nos hayan iniciado y ayudado a comenzar a escalar, esquiar, caminar, equipar vías, barrancos, montar rápeles, descender a cuevas, bucear, conocer el equipo y el funcionamiento del material, arreglar nuestras btt, conocer el funcionamiento de un gps, un mapa, etc.
- Coincidimos también en que vemos el riesgo y el peligro en muchas situaciones en las que ellos no lo ven. Por tanto somos más cautas a la hora de enfrentarnos a ciertos retos y tomamos más medidas de seguridad. Por tanto a veces no nos importa darnos la vuelta y no llevar a cabo la ruta o la meta en la que nos hemos involucrado. Puede ser instinto de supervivencia o la fuerza de la costumbre adquirida por la educación que hemos recibido, más conservadora y menos arriesgada. Puede ser un comportamiento normal por poseer menor fuerza física o no estar tan acostumbradas a vivir situaciones de riesgo y peligro.
- Y ahora viene la parte fea de las conclusiones que hemos sacado, jeje:
- Todas, absolutamente todas, coincidimos en que cuando la mujer tiene la misma preparación física y técnica que un hombre y en igualdad de condiciones ambos se enfrentan a una actividad deportiva, no hay nada que le dé más coraje a un hombre, que ver cómo una mujer le gana o le supera, jajaja.
No sé si eso será siempre verdad, no creo que todos los hombres sean iguales, pero lo que sí es cierto es que no están acostumbrados a ver esas situaciones, en las que una mujer les supera físicamente y es probable que les siente mal. Yo diría que eso se debe a la falta de costumbre, ya que estas situaciones se están dando actualmente, pero no hace años, por tanto, al ser una nueva realidad, a todos nos cuesta trabajo asimilarlo y por ello la reacción normal puede ser el asombro, la envidia y la negación.
De ahí se desprenden comentarios a veces denigrantes para nosotras, tales como “la habrán ayudado”, “habrá hecho trampa”, “seguro que alguien ha tenido que ayudarla, o tirar de ella”.
- De lo anterior se desprende otra consecuencia, en igualdad de condiciones, (un hombre y una mujer que están capacitados para realizar la misma actividad física y/o técnica) la mujer tendrá que demostrar con creces que es capaz de ello. Siempre se pondrá en duda si ha sido capaz por sí misma o si ha sido el resultado de la ayuda de uno o más hombres. Para ser incluida en un grupo mixto, siempre encontrará más trabas y más impedimentos debido a la reticencia del grupo a incluir a una mujer, por ser más débil, por dar más lata, por ser un lastre, por tener menor rendimiento físico, por ser diferente a ellos, en definitiva.
Hay tantos razonamientos que se quedan en el tintero y muchos de ellos no los nombramos porque no se trata de generalizar, ni todos los hombres, ni todas las mujeres son iguales. Ni todas las situaciones lo son, ni las circunstancias en que se producen son las mismas.
Pero cierto es, que en un equipo mixto, de hombres y mujeres, todos podemos salir enriquecidos: con la fuerza del hombre y la cautela de la mujer; con la nobleza del hombre y la agudeza femenina; con todo lo bueno y lo malo de cada uno salen equipos muy buenos para acometer proyectos y metas. No dejemos que la fuerza de la costumbre les haga a ellos envidiosos, por no haber visto nunca a una mujer superarlos y a nosotras perezosas y conformistas, por dejar que sean siempre ellos los que vayan delante, nos lleven, nos abran huella, nos guíen y nos enseñen.
Tomemos también nosotras la batuta y no seamos tan débiles, a veces es necesario superar barreras y cambiar las cosas, en nuestra mano está hacerlo y tenemos la obligación de, al menos intentarlo, ya que todo ese camino lo dejamos abierto a las futuras generaciones.
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